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“Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
— 1 Juan 1:7
La comunión con Dios
“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.” — 1 Juan 1:5
La base de toda comunidad verdadera comienza con Dios. Él no solo es el creador de la vida, sino también el estándar perfecto de pureza, verdad y amor. Vivir en comunión con Dios es vivir en la luz. Esto implica transparencia, sinceridad y caminar en obediencia a su Palabra. Cuando nos acercamos a Él, somos transformados y nuestras relaciones también cambian. En una comunidad que gira en torno a Dios, las tinieblas no tienen lugar.
La comunión con los creyentes
Cuando andamos en la luz, automáticamente se genera comunión con otros que también caminan en la luz. La vida cristiana no fue diseñada para vivirse en aislamiento, sino en comunidad. Nos necesitamos mutuamente para crecer, corregirnos con amor, animarnos en la fe y servir juntos. En este caminar, la comunión no es solo compartir tiempo, sino compartir la vida y los procesos espirituales. La luz de Dios nos une y elimina divisiones.
La comunidad de los pecadores perdonados
La iglesia es una comunidad de personas imperfectas que han sido alcanzadas por la gracia de Dios. No somos una comunidad de justos por nuestras propias obras, sino de pecadores perdonados por la sangre de Cristo. Esto nos recuerda a vivir con humildad, a extender gracia a los demás y a no juzgar con dureza. En esta comunidad, todos estamos en proceso de santificación, y el perdón de Dios es lo que nos sostiene día a día.
Oración:
Señor, gracias por llamarme a vivir en tu luz. Ayúdame a mantenerme cerca de Ti y a tener comunión verdadera con mis hermanos en la fe. Que tu luz brille en mi vida y se refleje en mis relaciones. Gracias por el perdón que me das y por incluirme en tu hermosa comunidad de hijos redimidos. Amén.
Atentamente, Pastor Guillermo Ayala