Tiempo de lectura 3 minutos
Texto base: Romanos 13:1–2
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte
de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.”
La sujeción no es debilidad, sino una expresión de confianza en el orden divino, y
que Dios se glorifica cuando su pueblo vive bajo autoridad con humildad, discernimiento y
obediencia.
La fuente de toda autoridad es Dios (Romanos 13:1)
No es el hombre quien establece el orden, sino Dios.
La sujeción comienza con reconocer que Dios es soberano.
Ilustración: Jesús ante Pilato — “No tendrías autoridad sobre mí si no te fuera dada de
arriba” (Juan 19:11).
Aplicación: ¿Reconoces la mano de Dios incluso en autoridades imperfectas?
La sujeción es una actitud del corazón (Efesios 5:21)
“Someteos unos a otros en el temor de Dios.”
No es solo obedecer externamente, sino honrar internamente.
La sujeción mutua en la iglesia refleja el carácter de Cristo.
Ilustración: El lavamiento de pies — Jesús se somete para servir.
Aplicación: ¿Cómo estás modelando sujeción en tu hogar, iglesia y comunidad?
La sujeción no es ciega, sino discernida (Hechos 5:29)
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
Cuando la autoridad humana contradice la voluntad de Dios, el creyente debe
mantenerse firme.
La sujeción no implica complicidad con el pecado, sino fidelidad al Reino.
Aplicación: ¿Sabes cuándo someterte y cuándo permanecer firme?
La recompensa de la sujeción es paz y favor (1 Pedro 2:13–15)
Dios honra al que se somete con humildad.
La sujeción silencia la ignorancia del necio.
Ilustración: Daniel en Babilonia — se sometió sin contaminarse.
Aplicación: ¿Estás experimentando paz por vivir bajo el orden de Dios?
La sujeción no es una carga, es una bendición.
Es el camino del Reino: Jesús se sometió hasta la muerte, y fue exaltado.
Hoy, Dios te llama a rendir tu voluntad, confiar en su soberanía y vivir con humildad.
Llamado: ¿Hay áreas donde estás resistiendo la autoridad que Dios ha puesto? Hoy es tiempo
de rendirte, no por debilidad, sino por fe.
Atentamente, Pastor Guillermo Ayala.