Tiempo de lectura 3 minutos
Texto base: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante Él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.”
— Mateo 20:20-21 (RVR1960)
Una madre siempre quiere lo mejor para sus hijos
No hay duda de que el corazón de una madre está lleno de sueños y anhelos por el futuro de sus hijos. Así como la madre de Jacobo y Juan, que se acercó a Jesús pidiendo lo mejor para ellos, muchas madres hoy siguen doblando rodillas, clamando por el bienestar, la protección y el destino eterno de sus hijos. Aunque no entendamos completamente el plan de Dios, el amor maternal siempre se atreve a pedir, a interceder, a soñar en grande.
Lección: A veces pedimos sin entender el proceso, pero Dios honra un corazón que ama y cree. Pide con fe, pero confía en la voluntad del Padre.
Las madres tienen una fe que mueve
Cuando Jesús le responde: «No sabéis lo que pedís», no lo dice para reprenderla, sino para mostrar que su pedido tenía un precio: el sufrimiento, el servicio y la cruz. Sin embargo, esa madre estaba dispuesta a todo por ver a sus hijos elevados en el Reino. Esa es la fe de una madre: se atreve a soñar y luchar aun sin garantías.
Reflexión: ¿Tienes la fe para creer por el destino de tus hijos, incluso cuando parece imposible? La fe de una madre puede abrir caminos donde no los hay.
Una madre está dispuesta a soltar con dolor pero con fe
En Éxodo 2:1-4 leemos la historia de Jocabed, la madre de Moisés. En medio del mandato del Faraón de matar a todos los niños varones hebreos, ella tomó la decisión más difícil de su vida: esconderlo tres meses y luego soltarlo al río, confiando en que Dios haría el resto. ¡Y así fue! Dios usó esa arquilla, esa fe y ese dolor para levantar al libertador de Israel.
Aplicación: Soltar a los hijos no es fácil. Ya sea al jardín, a la escuela, a la universidad o al extranjero, el corazón de una madre sufre… pero también confía. Lo que tú sueltes con fe, Dios lo cuidará con poder.
Las madres no están solas — hay una familia involucrada
La hermana de Moisés, Miriam, también estuvo ahí, vigilando desde lejos. Las tías, abuelas, hermanas mayores, también son parte del plan de Dios para proteger, guiar y apoyar a las nuevas generaciones. No subestimes el impacto que una familia unida puede tener sobre un niño o joven.
Invitación: Si eres tía, abuela, hermana o amiga cercana, involúcrate. Dios también puede usarte a ti para marcar una diferencia eterna.
El mayor acto de amor de una madre: confiar en Dios
Así como el pastor contó de su hijo que, con solo 18 años, viajó a Panamá como parte de un grupo de futuros médicos, también muchas madres tienen que aprender a soltar, a confiar, a orar y dejar que Dios cumpla Su propósito en sus hijos. El camino no siempre es como lo soñamos, pero si Dios lo guía, ¡será perfecto!
Oración
Señor, gracias por las madres, por su amor incondicional, su fe valiente y sus oraciones incansables. Ayúdanos a honrarlas, a aprender de su ejemplo y a confiar, como ellas, en que Tú tienes el control del futuro de nuestros hijos. Danos la fuerza para soltar cuando sea necesario y la fe para creer que Tú cuidarás de ellos. En el nombre de Jesús, amén.
Atentamente , Pastor Guillermo Camiña