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Texto base: Ezequiel 36:26
«Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.»
1. La necesidad de un cambio
Versículo: Mateo 7:7
«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.»
Muchas veces nos preguntamos por qué no vemos frutos en nuestra vida espiritual. La realidad es que todo comienza con una decisión: reconocer que necesitamos un cambio. Dios no fuerza Su voluntad sobre nosotros, pero está siempre dispuesto a responder a los que claman, a los que le buscan con sinceridad.
Él quiere transformar nuestro corazón, pero primero debemos pedirlo, buscarlo y anhelarlo. El corazón de piedra —duro, indiferente, resistente a la voz de Dios— debe ser reemplazado por uno de carne, sensible a Su dirección.
2. El proceso de transformación
Versículo: Mateo 13:1-23 (La parábola del sembrador)
Jesús explicó que la Palabra de Dios es como una semilla, y el corazón del ser humano es la tierra dónde cae esa semilla.
Hay corazones endurecidos por el pecado, otros superficiales que no resisten las pruebas, algunos llenos de espinas como las preocupaciones y afanes de esta vida… pero también hay tierra buena, fértil, preparada.
La transformación espiritual no sucede de un día para otro. Es un proceso de limpieza, de romper la dureza del corazón, de quitar las piedras y espinas.
Dios trabaja en nosotros: a través de Su Palabra, del Espíritu Santo, y también a través de las circunstancias que vivimos. Él está preparando nuestro corazón para que sea una tierra fértil que reciba Su semilla con gozo y produzca fruto en abundancia.
3. El fruto del corazón
Versículo: Juan 6:66
«Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.»
El verdadero fruto del corazón se revela con el tiempo. No se trata solo de empezar bien, sino de permanecer fiel a Jesús hasta el final.
Muchos comenzaron caminando con Él, pero cuando el mensaje se hizo más fuerte o las demandas más claras, dieron la espalda y se alejaron.
Una tierra fértil no solo produce en el momento, si no da fruto constante, perseverante, lleno de vida.
Un corazón transformado por Dios es aquel que escucha Su voz, permanece firme en la prueba, y da frutos de amor, obediencia y fe.
No se rinde cuando otros se van, sino que permanece arraigado en Cristo, sabiendo que Él es el único que tiene palabras de vida eterna.
Atentamente, Pastor Guillermo Ayala